Fui alguna vez la tormenta. De mí huía la luz, de mí se escondía la luna.
No anidaron los pájaros en mi noche, ni durmieron tranquilas las criaturas.
Fui la tormenta, y donde quiera que fuese, me hacía llamar y temer.
En una noche de terremoto acuñé mi identidad, divertida, resignada.
Intoxicada, atormentada y dependiente de las vidas que anegaba.
Por tantos años albergué el caos como profunda definición de mi alma
Que no te vi llegar, ni te ví resistirme, mis lluvias, mis temblores
Con la firme resignación de quien conoce lo que espera.
No te ví esperando el milagro, ni sentí el terremoto final.
Sólo me despertó a tu lado un día, un liso rayo de sol.
1 comentario:
ohh
buenisima
alegoría
de un timido despertar
Publicar un comentario